Ensayo
El
existencialismo es un humanismo de Sartre
Para hablar del presente ensayo que nos plantea Sartre por parte de su gran obra La Náusea, hablaremos un poco de los antecedentes de esta doctrina filosofica de gran trascendencia en estos ultimos tiempos.
El existencialismo tiene sus antecedentes en el siglo
XIX en el pensamiento de Søren Kierkegaard y Friedrich Nietzsche. También, aunque menos
directamente, en el pesimismo de Arthur Schopenhauer, así como en las novelas de FiódorDostoyevski. En el siglo XX, entre los
filósofos más representativos del existencialismo se encuentran Martin Heidegger, Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre, Miguel de Unamuno , Simone de Beauvoir y Albert Camus.
El existencialismo es el
nombre que se usa para designar a una corriente filosófica o de pensamiento
considerada desde el positivismo como de
"corte irracionalista" que tuvo su origen en el siglo XIX y se
prolongó más o menos hasta la segunda mitad del siglo XX, aunque el
existencialismo en sí atraviesa a toda la historia de la humanidad (por ejemplo
en la sumeria Epopeya de Gilgamesh se
encuentran planteos llenos de angustia, esperanza, duelo, melancolía, anhelos
de eternidad que luego
reiterará siempre el existencialismo) ya que sus temas son los capitales de
cada ser humano y de todo el conjunto de la humanidad. No se trata de una
escuela homogénea ni sistematizada, y sus seguidores se caracterizan
principalmente por su reacción contra la filosofía tradicional. Estos filósofos
se centraron en el análisis de la condición de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como
el significado de la vida.
INTRODUCCIÓN
Lo primero que plantea Sartre en su obra es el
concepto de existencialismo definido como una doctrina que hace posible
la vida humana y que declara que toda verdad y acción implica un medio y una
subjetividad humana de la cual solo nosotros somos responsables.
La mayoría de la gente, según dice este autor, utiliza
la palabra existencialismo sin saber realmente lo que significa; tiene tantos
significados y se usa para describir tantas cosas que realmente acaba por no
significar nada. Parece ser que el existencialismo se está convirtiendo en una
realidad para nuestra juventud en estos tiempos.
Posteriormente platea la existencia de dos escuelas
existencialistas: la católica y la atea a la que él pertenece. Estas dos
escuelas tienen en común la idea de que la existencia precede a la esencia.
Esto quiere decir que el hombre empieza por existir y que si no es explicable
es porque empieza por no ser nada, es decir, conforme va creciendo y
adquiriendo conocimientos se va convirtiendo en ese algo que se está formando el mismo. Por eso el autor dice
que el hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino como él
se quiere.
A saber: el existencialismo ateo saca las teorías
necesarias para afirmar la inexistencia de Dios para con ello hacer
contradicciones y ser este filósofo un existencialista ateo a muerte. Considera
que afirmar la existencia de Dios es afirmar que Él es un ser en el cual la
existencia precede a la esencia, y que en la consecuencia, si se afirmaba que
Dios no existía, debe haber otro ser en el cual la existencia precede a la
esencia, y este otro ser es el hombre, la realidad humana. De allí que afirma
este autor el hombre surge en el mundo y
sólo después se define por sus actos. Así, el hombre no es otra cosa que lo que
él hace por medio de sus actos, y éste es el primer principio que Sartre nos
explica en esta obra del existencialismo es un humanismo, del cual se deducen
todas sus demás posiciones.
El hombre es proyecto: lo primero
que establece es, que el hombre es un proyecto que vive subjetivamente, y que
el hombre será, en consecuencia, lo que él mismo haya proyectado ser por ello él
menciona que el hombre está condenado a ser libre. En este sentido, el primer
paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y
asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia y no depender de las
necesidades de los demás.
De acuerdo al segundo significado, para los
existencialistas, cada hombre se elige, pero al elegirse, elige también a todos
los hombres, ya que al crear con nuestros actos al hombre que somos,
subjetivamente creamos también una imagen del hombre tal como consideramos que
debe ser.
Así, al elegir ser esto o aquello estamos afirmando el
valor de lo que elegimos, pues siempre que elegimos, elegimos el bien, y nada
puede ser bueno para nosotros sin serlo también para todos o para los otros.
Por eso la responsabilidad va mucho más allá de nuestra pura individualidad,
porque compromete a la humanidad entera y nos compromete a ser individualistas
y humanistas.
El hombre es angustia: Debido a
que el hombre no puede escapar al sentimiento de esta total y profunda
responsabilidad, el único modo de hacerlo es por lo que Sartre llama mala fe
que consiste en la actitud de enmascarar la angustia separándose de la
responsabilidad de su acción, su elección, en relación con el resto de la
humanidad, ya sea atribuyéndole esa responsabilidad a un ente superior en sí es
una actitud cristiana o declarando que de su modo de actuar no tiene por qué
seguirse el modo de actuar del resto de la humanidad. Básicamente dice que el
hombre, cada vez que actúa y que elige, se está decidiendo que ese acto es
bueno y que, por lo tanto, toda la humanidad debe adecuarse a él y no a la
actitud que tenemos los cristianos.
Ciertamente, esta responsabilidad que el hombre siente
le produce angustia, pero no es una angustia que lleve a no realizar ninguna
acción o a estar inmóvil, sino, por el contrario, es la condición misma de toda
acción en la que realizamos.
El hombre en el desamparo: dice
Sartre que la responsabilidad y la angustia llevan al hombre al desamparo y al
abandono. Esto es, si Dios no existe, con Él desaparece toda posibilidad de
encontrar valores prioritarios. No hay un bien que sea para siempre y perfecto
al cual nos sujetemos en nuestra acción porque no hay una inteligencia infinita
y perfecta que lo piense. En consecuencia, el hombre está abandonado, porque no
encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. Esto muestra
que no hay excusas que valgan para salirse de la responsabilidad y de la
angustia. Y si bien, el existencialismo no cree en el poder de la pasión, si
afirma que el hombre es entero y totalmente libre y es un humanista de corazón.
El hombre es libertad: En esta
instancia muestra el autor que no encontramos frente a nosotros valores u
órdenes que hagan legítima nuestra conducta. El hombre está condenado a ser
libre porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. Y
como este «hacer» implica un «hacerse» (porque no está predefinido por una
naturaleza) está condenado a cada instante a inventar al hombre. Con lo
mencionado, destaco dos cuestiones: primero el hombre no puede buscar en sí
mismo lo fundamentos de su acción, en sus instintos, en sus sentimientos,
porque éstos se manifiestan en los actos mismos, por lo tanto su conocimiento
es posterior a la acción, de modo que difícilmente puede construirse en su
fundamento; y segundo no habría ninguna moral general que pueda establecer qué
es lo que hay que hacer.
Otro elemento que se une a la angustia y al desamparo
es la desesperación, pero no en el sentido que le dan los cristianos,
sino en el sentido de que nos debemos limitar a contar con lo que depende de
nuestra voluntad, los posibles en la medida en que están insertos en nuestra
acción, pero no podemos obrar con esperanza cuando se entiende ésta como la
confianza en posibles que escapan a nosotros, por ejemplo, no podemos confiar
en la bondad humana, porque ello supone una naturaleza humana que no existe. Es
decir, nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad o con el
conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción y nada más.
En definitiva, el único elemento que hace legítima
nuestra manera de actuar es el compromiso con la misma acción, asumiendo la
angustia, la responsabilidad y el desamparo, lo cual no es necesaria para la
esperanza. Pero el no tener esperanza no lleva a estar estático, sino todo lo
contrario, porque sólo hay realidad en la acción, el hombre no es nada más que
su proyecto o el conjunto de sus actos, todo lo que está fuera de su acción no
es real.
Esto transforma al existencialismo en la doctrina más
optimista del hombre, puesto que pone su destino en el hombre mismo, no en la
adecuación a una moral extrínseca a él, existe solo una moral de acción y de
compromiso. Esto significa que dicha ciencia le brinda al hombre la posibilidad
de escoger lo que quiera, no como el cristianismo que pone el destino de los
hombres en manos de un ser superior dejando al hombre sin libertades, cosa que
jamás se le podrá quitar.
La subjetividad: Sin duda
el punto de partida del existencialismo es la subjetividad humana. El «pienso
luego existo» de Descartes es la verdad absoluta de la conciencia captándose a
sí misma, fuera de esto, todos los objetos de conocimiento son sólo probables,
y para definir lo probable, para hacerlo verdad, hay que partir de una verdad
absoluta, que se alcanza en el captarse a sí mismo sin intermediarios, con ello
el hombre no puede ser considerado como objeto, y en esto se encuentra en la raíz de la dignidad humana y en sí en unos
seres humanistas.
¿Por qué humana y no de cada individuo? Porque la
subjetividad del cogito no es una subjetividad individual, ya que en el
cogito no solo se descubre uno a sí mismo, sino a sí mismo frente a otro, de
modo que el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos. El
descubrimiento de mi libertad me hace descubrir inmediatamente la existencia de
una libertad colocada frente a mí, que es tan necesaria como la mía propia.
Así, lo que se ha mencionado como subjetividad es más bien una intersubjetividad,
en el cual cada uno decide lo que es y lo que son los otros.
La condición humana: Si es
imposible encontrar una esencia universal que constituya la naturaleza humana,
existe, sin embargo, universalidad humana de condición. Por condición debe
entenderse el conjunto de límites prioritarios que bosquejan su situación
fundamental en el universo, ya que para nadie varía la necesidad de estar en el
mundo, de estar en el trabajo, de estar en medio de los otros y de ser mortal.
Estos límites tienen una faz objetiva porque se encuentran en todo y son
en todo reconocible y una faz subjetiva porque son vividos y no son nada
si el hombre no los vive, es decir, si no se determina libremente en su
existencia por relación a ello y a la actividad de la acción.
En consecuencia, todo proyecto, por más individual que
sea, tiene un valor universal, en el sentido de que todo proyecto es
comprensible para todo hombre. Esta universalidad del hombre no es una
universalidad dada, ajena a él, sino que es una universalidad constantemente
construida por su acción libre, por lo tanto, esta universalidad no niega la
relatividad subjetiva de cada individuo y de la situación que le corresponde
vivir.
La moral: La
subjetividad de la que se menciona no implica una absoluta gratitud en la
acción, ni el poder hacer lo que uno quiera, ya que el actuar absolutamente
libre no es provechoso a actuar por capricho, ya que actúa de acuerdo a una
situación en la que está comprometido por su acción, y en la que compromete con
su elección a la humanidad entera, construyendo su moral como se construye una
obra de arte, en la cual haya una absoluta libertad pero no capricho. Pues si bien
no hay valores prioritarios anteriores a la acción, se descubren valores
posteriores en el resultado de la acción y su coherencia con la voluntad de
creación, o sea en el que cree en la existencia de Dios.
Por lo tanto, si bien no se puede juzgar el proyecto
de otro de acuerdo a una moral objetiva, se le puede juzgar en cuanto a que al
elegirse puede fundar su elección en la verdad o el error, y de este modo se
puede decir que un hombre es de mala fe cuando funda su elección en el error en
si es la excusa en sus determinaciones y acciones. Pero este es un juego
lógico, no moral. La mala fe es una mentira, porque esconde la total libertad
del compromiso según como lo afirma Sartre.
El único juicio moral posible es el que se deduce de
la afirmación de que la libertad no puede tener otro fin que quererse a sí
misma o a sí mismo, es una condición lógica al desamparo al que nos
referimos, puesto que no hay nada más
allá del hombre, y el hombre se hace en la libertad, su fin debe ser la
búsqueda de la libertad y la relación con el hombre y así tener una moral y un
humanismo activo.
Al querer la libertad nos damos cuenta de que depende
enteramente de la libertad de otros, y que la libertad de otros depende de la
nuestra, por lo tanto, al tomar como fin nuestra propia libertad,
necesariamente debemos tomar como fin también la libertad de los otros.
El reconocimiento de esto, de que en el hombre no está
precedida la existencia por la esencia ni el humanismo con la relación, y de
que no puede menos que querer la voluntad propia y de otros, se denomina a esto
realidad total, y con ella por la voluntad de la libertad ya mencionada,
se puede formular juicios sobre los que tratan de ocultar toda su libertad.
De este modo, se podría llamar cobardes a los que
intentan ocultar toda su libertad y cobardes a los que tratan de mostrar que su
existencia es necesaria. Así, esta moral de la autenticidad, si bien en su
contenido es variable, tiene cierta forma universal y una actitud positiva para
el hombre.
El contenido es siempre concreto, y por lo tanto
imprevisible, pues en él siempre hay invención. Lo único que tiene importancia
es saber si esa invención se hace en nombre de la libertad, pero en el plano de
lo concreto, se puede elegir cualquier cosa claro si es en el plano del libre
compromiso.
En cuanto a los valores existencialistas, dice
Sastre… si se ha suprimido a Dios es necesario que alguien invente los valores,
lo que significa que la vida no tiene un sentido prioritario, le corresponde a
cada uno darle un sentido, y el valor no es otra cosa que el sentido que se
elija y que se inventa.
Finalmente expone su visión de lo que es el humanismo
que lo interpreta como una teoría que toma como fin un valor superior. El existencialismo,
sin embargo, no tomará jamás al hombre como fin porque está siempre por
realizarse.
El sentido en que el existencialismo es humanista
está en que entiende que el hombre está continuamente fuera de sí mismo…
proyectándose, actuando siempre en la existencia del hombre, por lo cual está
en un constante desbordamiento de sí mismo, trascendiendo, pero esta
trascendencia es en el mismo universo humano, porque no hay otro. El estar
presente constantemente en el universo humano es lo que, en definitiva, es el
humanismo existencialista.
BIBLIOGRAFÍA
.Ensayo del
existencialismo es un humanismo de Jean Paul Sartre.
https://es.wikipedia.org/wiki/Existencialismo
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